Ya estamos a febrero, ya llegó, quien lo diría, parece que era ayer que estábamos cantando villancicos y poniéndonos hasta las trancas de comer y beber en casa ajena, a cuenta de la VISA del prójimo y mira por dónde ya mismo tendremos encima el carnaval, las contribuciones, IBIS, impuestos de circulación, la declaración de renta y otras penitencias que nos allanarán el camino a una Semana Santa rica en arenques y pan duro. El tiempo pasa volando y puestos a recordar, pronto hará dos años de la terrible nevada que dejó incomunicada Catalunya y parte del estado español. Han pasado casi dos años y el panorama se antoja el mismo. Bueno, el mismo no, peor. Si bien esperemos que las nevadas de este año no sean como las mencionadas, la nieve no hará otra cosa que acentuar la situación actual. Situación llamémosla catastrófica, a juzgar por lo que nos viene encima después de unos eternos meses de agobiante CRISIS, crisis que esta vez estamos viviendo en primera persona. La pena ya no te la da TeleCinco con las separaciones de la reincidente Esteban, ni el Canal Internacional con imágenes de conflictos bélicos en lejanas tierras de oriente, no, la pena te la da el abrir tu nevera y comprobar el panorama desolador que se dibuja en ella. Dónde antaño convivían un variado surtido de frescas viandas procedentes de supermercados con pedigreé, y un sinfín de consumibles alimentarios susceptibles de caducar dado su elevado número, ahora podemos encontrar (con suerte) un solitario yogur de marca blanca haciendo compañía a medio tomate almeriense enmohecido, ambos con el semblante triste compartiendo velatorio a una difunta hoja periférica de lechuga de las que antes desechábamos. En otros casos, en los que el frigorífico no es propiedad de un vegano por fuerza mayor, podemos encontrar el rabillo seco de lo que en su día fue un fiambre de tocino tipo choped "libre de grasa" (y de magro, como no), bolsitas varias de ketchup hurtadas compulsivamente en la última visita a un fast-food, y en el mejor de los casos algún que otro envase de refresco "tamaño ahorro" con los restos de un sucedáneo de cola que en sus orígenes tenia gas. Toda una pena. Terrible y desalentadora pena. El mal tiempo climatológicamente hablando no es sino, un contexto "idílico" (toma sarcasmo) para unos tiempos, los actuales, que distan a años luz de la despilfarradora bonanza vivida en la década precedente, y que lejos de mejorar se antojan progresivamente peores todavía. Y es que con las noticias que nos llegan por todos los medios, dónde no paran de recordarnos los cierres empresariales, las quiebras de multinacionales, los reajustes asfixiantes en los servicios básicos y los ya tristemente familiares recortes universales en todo (menos en la caradura de algunos que los aplican), pues que queréis que os diga, mejor haber hecho como el chiste y "habette" pedido la "muette"... Al final esta panda de descerebrados, corruptos y demagogos seres que tenemos por clase gobernante, van ha hacer extensible a toda la población de a pié aquel lamento del gitano que decía; "Ay paaayo, ahora que labia enseñao al burro a no comé va y se me muere" (reírse por no llorar).
Ha trancurrido un ratillo ya desde que he empezado a escribir este pesaroso texto, y la verdad es que ha dejado de llover. Esto sumado al efecto que cual milagroso laxante, ha ejercido en mi el poder exteriorizar a modo de parrafada catastrofista todo este desasosiego interior y los miedos que me aquejan (que por otra parte se a ciencia cierta que son los de muchos), me ha hecho sentir mejor. Será verdad aquello del "Sácalo, sácalo!!" o lo del "Mal de todos...". No se, pero me siento mejor, algo mejor, no mucho pero si lo suficiente para entonar el "podría ser peor" .
En fin, me mantendré expectante, haber si con un poquito de suerte y "de por favor" (juas, jua) amaina el temporal y no NIEVA SOBRE MOJADO.
P.D.: en el transcurso de la redacción de esta publicación, la parienta se me ha comido el yogur y ha dado el medio tomate a las famélicas gallinas. |
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